24 octubre 2008

Listos y con principios

Cuando embarranca en la ignorancia Obama se refugia en banalidades, Biden se inventa algo, McCain suspende la campaña y Palin pide una aclaración.

Hace bien Kim du Toit en destacar esta frase. Y merece la pena esta entrada entera de Patrick Stephens en psjs.net:


Todd Zywicki y Orin Kerr tienen un par de entradas interesantes en Volokh sobre cómo miden la inteligencia los votantes.

Zywicki cavila sobre la posiblidad de que haya una tendencia entre alguna gente a identificar la facundia con la inteligencia:

Algunas personas reflexivas simplemente tienden a confundir la inteligencia con la capacidad de ser locuaz, o, más precisamente, de charlatanear. Y creo que en gran medida se reduce a esto; si Palin no conoce la respuesta a una pregunta, simplemente no se le da tan bien inventarse alguna. Biden, por contra, es un charlatán magistral, como mostró su actuación en el debate. Como regla general, cuanto menos informado estaba sobre la respuesta a una pregunta más seguro se mostraba al contestarla, como en su extraordinaria respuesta acerca del papel legislativo del Vicepresidente. Es claro que no tenía la más ligera idea de lo que estaba hablando, y sin embargo siguió adelante profiriendo afirmaciones con gran talento retórico. Charlatanería clásica. Aun en asuntos que supuestamente estaban entre los que domina, como la Constitución, ni siquiera se aproximaba a acertar. Hoven se fija en la tremenda trola de Biden sobre la expulsión de Hezbollah del Líbano, pero es básicamente lo mismo: agresiva charlatanería que encubre la completa falta de cualquier pista acerca de aquello de lo que está hablando.

Es un buen punto. Es más importante que un ejecutivo ignorante sea cauto que que sea decisivo. A este respecto, Palin es el único candidato en ambos bandos que parece aun ligeramente consciente de su propia ignorancia. Cuando embarranca en la ignorancia Obama se refugia en lugares comunes, Biden se inventa algo, McCain suspende la campaña y Palin pide una aclaración.

Kerr apunta que en realidad no se trata tanto de lo inteligente que de verdad sea un candidato como de lo de acuerdo que esté con nosotros:

... a menudo acabamos filtrando estas cuestiones con la lente de cuán de acuerdo están con nosotros. Los políticos que están de acuerdo con nosotros son necesariamente inteligentes. Después de todo, ¡tienen la brillantez y el juicio de ver que tenemos razón! Y de los políticos que no están de acuerdo con nosotros suponemos que son mucho menos inteligentes: les falta o la brillantez o el juicio para "pillarlo". Esta clase de juicios intuitivos se mezclan con la evidencia más objetiva (currículum académico, grandes capacidades literarias u oratorias) para formar nuestros juicios de la inteligencia de un candidato.

Pero en realidad ¿no es el debate sobre la inteligencia un poco tonto? No importa cuán inteligente sea una persona, sería imposible dominar cada asunto y cada problema que un Presidente enfrentaría en el ejercicio de su cargo. El rango de conocimientos es simplemente demasiado amplio. Por esto es por lo que un Presidente tiene asesores, expertos en campos específicos que le proporcionan aviso y consejo.

Identificar a esos expertos y ponderar su consejo es el trabajo primario de un Presidente. Y esas decisiones son el producto primario de los principios de un Presidente. Estos principios son mucho más importantes para la salud de la nación que las notas del Presidente en la Universidad, o en la Selectividad, o su habilidad retórica.

La cuestión en esta elección, como en todas las demás, es: ¿quién tiene los mejores principios (en la medida en la que sean identificables o consistentes)?

Donde McCain tiene principios identificables o consistentes parecen ser una mescolanza de nociones confusas e indistintas como la independencia occidental y americana, el populismo antiintelectual y la virtud de la obstinación; con un barniz (pero sólo eso) de republicanismo federalista de gobierno limitado.

Los principios de Obama, donde son identificables, son más coherentes. Obama parece ser un progresista bastante sincero. Es inflexiblemente redistribucionista, autoritario, estatista y antirrepublicano.

Para mí, la auténtica prueba de los principios es la medida en la que en verdad hacen la vida mejor, no la medida en la que afirman hacer la vida mejor. La medida en que los principios están cimentados en la realidad es la medida en la cual son buenos principios. La medida en que los principios vuelan en pos de abstracciones y flotan libremente desligados de la realidad es la medida en la cual son no sólo incorrectos, sino activamente contraproducentes.

En el caso de McCain, al ser sus principios más o menos aleatoriamente ensamblados y en gran medida incoherentes, la probabilidad de que de hecho aplicase buenos, efectivos principios como Presidente es esencialmente aleatoria. En el caso de Obama, esa probabilidad es aún menor. Mientras que los principios de Obama son coherentes y en gran medida constantes, también son casi completamente erróneos.

Así que esa es nuestra elección. No es la elección entre Torpón y Gallardo, o entre Cambio y Un Cambio Diferente, o entre listo y tonto. Nuestra elección es entre aleatorio y erróneo.

09 agosto 2008

Qué malo es Israel

Tantísimo que combatientes árabes enemigos de Israel, huyendo de combatientes árabes hermanos, piden asilo en Israel:

Israel accedió ayer [3 de agosto] a peticiones de la Autoridad Palestina y Egipto para permitir la entrada en Israel de combatientes de Fatah involucrados en los combates de este fin de semana con Hamás en la Franja de Gaza. El ministro de Defensa Ehud Barak acordó permitir la entrada a 188 personas, la mayor parte de los cuales seguirán inmediatamente hacia Cisjordania. Varios miembros de Fatah heridos en los enfrentamientos fueron trasladados a hospitales israelíes.

[...]

Partidarios de Fatah, la mayoría miembros del clan Hilles, huyeron hacia el paso fronterizo de Nahal Oz. El coronel Ron Asherov, al mando de la brigada de las Fuerzas de Defensa de Israel estacionada junto al norte de la Franja de Gaza, dijo que las FDI abrieron el paso cuando quedó claro que quienes querían entrar eran heridos de Fatah. Dijo que se tomó allí mismo la decisión de tratarlos "como un caso humanitario". Fuerzas de Hamás atacaron a los soldados y a los miembros de Fatah que huían con fuego de fusil y granadas de mortero. No hubo bajas.

Todos los partidarios de Fatah a los que se permitió entrar en Israel lo hicieron tras deponer las armas.

Entró en Israel un total de 188 personas, la mayor parte hombres y algunos niños. Veintidós estaban heridos, la mayoría levemente.

El servicio de ambulancias de Magen David Adom (Estrella de David Roja) Israelí trasladó a tres bajas con heridas moderadas o serias al Centro Médico Soroka en Bersheva y al Hospital Barzilai en Ascalón.


Al parecer no es la primera vez que ocurre:

La jugada final de Jordania para liquidar la resistencia palestina tuvo lugar en julio de 1971. El ejército jordano empujó a las fuerzas palestinas a un rincón del país, fronterizo con Israel y Siria, y allí los aplastó. Los alaridos de genocidio de Arafat condujeron a protestas árabes, al cierre de las fronteras de Irak y Siria con Jordania y a la suspensión de la ayuda kuwaití, pero estas medidas no pudieron cambiar el destino de los combatientes palestinos. Otros tres mil palestinos murieron en las siguientes dos semanas de lucha. La ferocidad del ataque forzó a muchos de los combatientes palestinos a huir a través del río Jordán en busca de asilo en Israel.


Malo remalo, y sus enemigos lo saben bien.

07 agosto 2008

Jerónimo Coignard, amigo imaginario

No se exceptuó bastante del desprecio universal que le inspiraron los hombres. Faltóle la magnífica ilusión que sostuvo a Bacon y a Descartes, quienes después de no creer en nadie acabaron por tener fe en sí mismos. Dudó de las verdades que llevaba consigo y sembró sin solemnidad los tesoros de su inteligencia. No alentó en sí, como todos los confeccionadores de ideas, la convicción de hallarse por encima de los mayores genios. Es un defecto imperdonable, porque la gloria solo se ofrece a los que la solicitan. En el señor abate Jerónimo Coignard constituía este rasgo de carácter una debilidad y una inconsecuencia; puesto que llegaba a los últimos límites en audacia filosófica, no debía tener escrúpulos en proclamarse el primero de los hombres; pero su corazón era siempre sencillo y su alma cándida, y aquella insuficiencia de un espíritu que no supo remontarse le ocasionó un perjuicio irreparable.

[...]

Robespierre era un optimista, confiado en la virtud. Los políticos de su temple hacen todo el daño posible. Si se trata de conducir a los hombres, es preciso no perder de vista que son monos perversos. Solamente con este criterio puede ser humano y bondadoso un político. La locura de la Revolución consistió en querer instituir la virtud sobre la Tierra. Cuando se quiere que los hombres sean buenos y sabios, libres, moderados y generosos, se llega fatalmente a quererlos matar a todos. Robespierre confiaba en la virtud, y le debemos el Terror. Marat confiaba en la justicia, y pidió doscientas mil cabezas. El señor abate Coignard es acaso entre todos los ingenios del siglo XVIII aquel cuyos principios se oponen más francamente a los de la Revolución. El no hubiera firmado una sola línea de la Declaración de los Derechos del Hombre, fundado en la exagerada e inicua separación que allí se establece entre el hombre y el gorila.


Así dice Anatole France de su personaje Jerónimo Coignard, hoy amigo imaginario de K Budai. Opiniones del propio abate son estas:

En una democracia –decía el señor Coignard- el pueblo está sometido a su voluntad, lo cual es muy dura esclavitud. Realmente, el pueblo es tan extraño y contrario a su propia voluntad como pudiera serlo a la del príncipe, porque de la voluntad común solo se encuentra poco o nada en cada uno, y, sin embargo, cada uno padece por entero su violencia. El sufragio universal no es más que un engañabobos, como la paloma que llevó los Santos Óleos en el pico. El gobierno popular, lo mismo que la monarquía, descansa sobre ficciones y vive de expedientes. Importa solo que las ficciones sean aceptadas y afortunados los expedientes.

[...]

Aunque le supongamos [al Demos] un firme conocimiento de sus propósitos, no es posible que sepa nunca de qué modo han de realizarse, ni siquiera si son realizables. Su autoridad, malamente impuesta, será malamente obedecida y se considerará traicionada. Los diputados que envíen a sus Estados generales alimentarán con ingeniosas mentiras sus ilusiones, hasta que sucumban bajo el peso de sospechas injustas o legítimas. Esos Estados obrarán conforme a la vulgaridad confusa de las muchedumbres de que proceden. Incesantemente devanarán oscuros y múltiples pensamientos. Encargarán a los jefes del Gobierno que ejerzan voluntades vagas, de las que ni ellos mismos logren darse cuenta, y a sus ministros, menos dichosos que el Edipo de la fábula, los devorará, unos tras otro, la Esfinge de cien cabezas por no haber adivinado el enigma, cuyo sentido ignoraba también la propia Esfinge. Su mayor desdicha consistirá en resignarse a la impotencia y en hablar a la hora de actuar. Se convertirán en retóricos, y habrán de ser forzosamente malísimos retóricos, porque al talento acompaña siempre alguna claridad, y la claridad los perdería. Deben aprender la manera de hablar sin decir nada, y los menos tontos se verán condenados a mentir más que los otros, por lo cual los más inteligentes serán los más despreciables. Si existieran aún hombres bastante discretos para convenir tratados, ordenar la Hacienda y atender a los negocios públicos, sus conocimientos de nada les servirían por falta del tiempo indispensable para ponerlos en práctica, y el tiempo es la base de las grandes empresas.

Esa condición humillante desanimará a los buenos y despertará las ambiciones de los malos. Por todas partes las incapacidades ambiciosas se alzarán desde el fondo de los caseríos a los principales empleos del Estado, y como la honradez no es natural en el hombre, sino que debe ser cultivada con minuciosas precauciones y artificios incesantes, aparecerá una muchedumbre de concusionarios que se lanzarán sobre el Tesoro público. El mal se agravará mucho con el escándalo, pues en un Gobierno popular es muy difícil ocultar nada, y por culpa de algunos, todos resultarán sospechosos.

No deduzco de esto, hijo mío, que los pueblos sean entonces más desgraciados que ahora. En nuestras entrevistas anteriores he tratado ya de haceros comprender que no considero el porvenir de las naciones pendiente del príncipe ni de sus ministros, y que se atribuye a las leyes una importancia excesiva cuando se las supone fuente de la prosperidad o de la miseria pública. Sin embargo, la abundancia de leyes es funesta, y temo que los Estados generales abusen aún más de su facultad legisladora.


Mucho más escriben digno de leerse acerca de lo humano Coignard, France y K Budai. ¡Id!

29 mayo 2008

De la injuria a los hombres públicos

Pues en Atenas, si bien existen las prescripciones más estrictas para asegurar la observancia de la cortesía en la vida privada, una vieja tradición permitía a los poetas cómicos gozar en la escena de completa licencia para lanzar ataques contra individuos, por prominentes que éstos fuesen. En verdad, sorprenderá a muchos que semejante licencia sea tolerada por un pueblo que, en la vida ordinaria, considera que un insulto deliberado es más ofensivo que cualquier otra cosa. [...] Sin embargo, nadie piensa que se pueda injuriar a un general o a un político en la escena. Puede ser acusado de peculado, cobardía o inmoralidad, y se espera que el propio aludido se una a la carcajada general. [...] Para mí [Anaxágoras de Clazomene], la incoherencia de esta actitud de los atenienses es más aparente que real. Siempre se mostraron muy sensibles a la injusticia personal, de modo particular si afecta a los débiles e indefensos. Por consiguiente, todos los hombres, y sobre todo aquellos que no están en condiciones de defenderse, son protegidos por la ley, que no tolera que sean objeto de un trato afrentoso e insolente por parte de aquellos que son agresivos por naturaleza, o que, a causa de un concepto equivocado o insensible de su propia riqueza o poder, se consideran superiores a sus semejantes. Pero el hombre a quien los votos de su pueblo reconocen como excepcional y merecedor del poder parece buen blanco para la crítica. Tal crítica deleita a los oyentes y no puede hacer serio daño a un hombre cuya posición es reconocida, en cualquier caso, como superior. Y, en verdad, los más supersticiosos consideran que tales ataques públicos resultan más bien beneficiosos, pues pueden desarmar lo que, según se supone, es la envidia que sienten los dioses por los grandes hombres (noción que, a mi parecer, muestra un concepto bastante mezquino de la divinidad); al paso que otros, más racionales, consideran que no deja de ser útil recordar a los grandes hombres que ellos también son humanos.

Pericles no sólo conocía esta tradición, sino que la aprobaba. Mientras la dignidad de los otros le inspiraba el más tierno respeto y decía a menudo que, puesto que hasta una mirada puede ofender, no menos que palabras y actos insolentes, y que por lo tanto los hombres injustos y engreídos habían de ser castigados por la ley, nunca se sintió herido por las críticas que se le hacían y se manifestaba indiferente ante una falta de consideración para con él. En cierta ocasión, según recuerdo, un hombre excéntrico y tosco, que imaginaba tener motivos de queja contra Pericles, lo siguió a lo largo de toda Atenas gritándole denuestos. Pericles no le prestó ninguna atención hasta que llegó a la puerta de su casa, cuando ya oscurecía. Llamó entonces a Aspasia y, después de haberla besado como era su costumbre, dijo: "Me agradaría que pidieras a un sirviente que traiga una antorcha y que le alumbre el camino a mi amigo, que regresa a su casa".

(Rex Warner, Pericles el Ateniense; traducción de Roberto Bixio; Barcelona, Edhasa, 2002; pp. 238-40).


Algún político contemporáneo apunta las maneras de un Pericles. A veces.

(Aunque explicación, haberla, hayla).

23 mayo 2008

Sin licencia para matar

Fuerzas especiales alemanas en Afganistán dejan escapar a un mando talibán

Por Susanne Koelbl y Alexander Szanda

Fuerzas especiales alemanas tuvieron en sus miras a un importante mando talibán en Afganistán. Pero escapó... porque los alemanes no estaban autorizados a usar fuerza letal. El enfoque de "manos atadas" de la guerra por parte del gobierno alemán está causando fricciones con sus aliados de la OTAN.


Seguro que con nosotros no; ZP y sus sucesivos ministros de Defensa (¿?) pacifistas ya tienen algo que alabar de Angela Merkel.

Las fuerzas especiales alemanas (KSK) están encargadas de capturar al terrorista, en cooperación con el servicio secreto afgano NDS y el ejército afgano. Los soldados alemanes de élite pudieron localizar al mando talibán. Pasaron semanas estudiando su conducta y costumbres: cuándo salía de su casa y con quién, cuántos hombres le acompañaban y con qué armas, el color de su turbante y qué vehículos conducía.

A finales de marzo decidieron actuar para capturarle. En la oscuridad, los KSK, junto con fuerzas afganas, avanzaron hacia su objetivo. Vestidos de negro y con equipo de visión nocturna, el equipo llegó hasta sólo unos pocos cientos de metros de su objetivo antes de ser descubierto por los talibanes.

El peligroso terrorista escapó. Sin embargo, los alemanes podrían haberle matado... Pero los KSK no estaban autorizados para hacerlo.


Es digno motivo de orgullo nacional que hayamos conseguido exportar la guerra de los chistes de Gila*; y es un consuelo meditar que, en caso de guerra entre España y Alemania, no habría muertos salvo por accidente.

(Vía The Other Side of Kim du Toit).

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* O lo sería si pensáramos que la chapuza es invento español.

19 mayo 2008

Matrimonio homosexual

(Entrada publicada originalmente en HispaLibertas el 26 de noviembre de 2004)

Me sumo a la recomendación de Franco Alemán de este artículo de Álvaro Delgado-Gal, Tuercas sueltas.

El artículo anterior es puramente interrogativo. Este otro de Albert Esplugas, en cambio, también pregunta mucho, por ejemplo:

si el Estado no debe sancionar las uniones homosexuales porque de este modo se estaría imponiendo a la sociedad una concepción moral determinada, ¿exactamente por qué motivo sí debe sancionar entonces las uniones heterosexuales?

pero además ofrece una respuesta:

La solución liberal no es nacionalizar el matrimonio homosexual; es privatizar el matrimonio heterosexual.

Solución que ya propuso por ejemplo Larry Elder en un artículo citado por Daniel Rodríguez en 1812. No estaba muy en desacuerdo Donald Sensing, que es pastor protestante y contrario al matrimonio homosexual; le basta con saber que él no los celebraría en su iglesia.

Quiero traducir aquí un argumento perfectamente libertario contra el matrimonio homosexual, de Eric Scheie en Classical Values, aunque no sé si sería aplicable en su totalidad a la situación en España:

La política de identidad de quién-folla-con-quién ha alcanzado nuevas cimas de idiotez con el debate sobre el matrimonio homosexual.

Homosexuales inseguros que necesitan validación, en la línea de "¡Valgo tanto como tú!", sin pensar las cosas, han pedido el "derecho" a casarse... como si fuera parte de la suma total de derechos humanos sin los cuales no se es un ciudadano o incluso una persona. Olvidan que el matrimonio es una institución gubernamental y religiosa, con toda clase de condiciones añadidas*. Olvidan también que la mayoría de los matrimonios terminan en divorcio y, peor aún, bajo la jurisdicción de "tribunales de familia" cada vez más poderosos e invasores de la privacidad. Se pierden derechos de propiedad, las partes derrotadas acaban amargadas, y a menudo se sienten acechadas durante el resto de sus vidas por personas a las que una vez amaron.

¿Por qué quieren los homosexuales (y tantos de la izquierda) infligirse a sí mismos semejante plan? ¿Por qué quieren someter sus relaciones, actualmente libres y sin estorbos, a las no tan tiernas atenciones de los tribunales de familia?

Una pregunta mejor: ¿¿¿por qué quieren someter a los tribunales de familia las relaciones de homosexuales que no consienten en ello???

El "derecho a casarse" no puede verse en un vacío, meramente como un "derecho". Una vez se apliquen a la vida gay los deberes y responsabilidades legales del matrimonio, ninguna pareja gay (no importa cuánto puedieran apreciar su privacidad) será inmune a la pesada mano de la ley. Todo lo que haría falta sería que una parte celosa o vengativa decidiese que es ante la ley un "cónyuge de Derecho común", e inmediatamente se aplicaría la jurisdicción legal.

¿Consentimiento, dice?

Hasta ahora, la homosexualidad consensual ha sido uno de las pocos santuarios de vida bohemia privados y no regulados que quedan en los Estados Unidos. A mí por ejemplo me gustaría dejarlo así. Leyes contra la sodomía aparte, me encuentro irónica (aunque perturbadoramente) de acuerdo con la muchedumbre antigay en que la homosexualidad debería permanecer sin regulación... y fuera del alcance del cada vez más opresivo Estado.


(Nota en realidad irrelevante, pero bueno: Eric Scheie es homosexual impenitente. Como yo, por si quedaba alguien que no se hubiese enterado).


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* (¿Cómo traduciríais "strings attached"?)

10 mayo 2008

De gustibus non disputandum

Publicó el jueves Smith, de Batiburrillo, una entrada arremetiendo contra la FELGTB a cuenta de su concesión a la Cadena COPE del premio Látigo Colectivo “por representar la lesbofobia mediática”, entre otros méritos. (Resulta curiosamente adecuado a la intención el verbo usado en la noticia de Madrid Digital: "El Premio Látigo Colectivo incidirá a la Cadena COPE...").

La entrada de Smith contenía una frase, sobre todas, que ha suscitado reacciones dentro y fuera (Un toque liberal, Contando Estrelas, Cocaína Intelectual).  Comenté sobre ella lo siguiente:

14 | Marzo   8 de Mayo 2008 a las 05:31 PM

>al margen de sus actividades sexuales -que por mucha repugnancia que despierten entre muchísima gente decente, han de ser respetadas si las practican en su nauseabunda intimidad-

¿Es menos impúdica la exhibición pública del asco producido por determinadas actividades privadas que la exhibición pública del goce producido por esas mismas actividades?

Hay que reconocer que no niegas la posibilidad de que algunilla gente decente no sienta mucha repugnancia por ellas (o, al menos, lo que has escrito no la niega). Y que al final de la entrada el "asquito" se refiere sólo a las actividades públicas, donde es irreprochable manifestarlo. Yo encuentro que a veces conviene cortarse un poco, contar hasta diez y repasar lo escrito antes de publicarlo. (Claro que soy mal ejemplo, porque no posteo hace un año).

[...]

Policronio, si la crítica hacia los "determinados homosexuales", que Margol sabe bien que le mandarían a un campo de trabajo como poco tres veces (por homosexual, por derechista y por cristiano), viene regularmente adornada de manifestaciones de repugnancia hacia ellos no por "determinados", sino por homosexuales (y por tanto hacia los homosexuales todos, incluidos por ejemplo Margol y yo), pues encuentro que es comprensible que salte.

Yendo al asunto de la entrada, tiene coña lo de la "homofobia" de la COPE y de FJL concretamente. FJL, que por ejemplo era tan amigo de Alberto Cardín que la gente (gente izquierdista y de progreso) pensaba que eran novios. Y que siguió siendo amigo hasta su muerte. A pesar de que, supongo, algunas de las cosas de las que escribió Cardín podrían ser repugnantes para algunos, o tal vez para muchísimos.

Pero bueno, la derecha corre tupido velo sobre estas cosas, suponiendo que las sepa (que tampoco tiene por qué), y la izquierda "tolerante" las saca sólo con intención de enmerdar.


Me contestó Smith:

17 | Smith   8 de Mayo 2008 a las 11:27 PM

Hola Marzo:

1) Me parece perfecto que cada vez que haya un post sobre homosexuales, entres a Batiburrillo a dar tu opinión. También te animo a que comentes otros posts igualmente interesantes.

2) No pienso retractarme de absolutamente nada. Tampoco me lo pides, cierto... pero mira, yo creo en la libertad de la gente: para travestirse y para meterla donde quiera; pero también para sentir repugnancia por determinadas conductas censurables bajo ópticas iusnaturalistas, católicas o como prefieras catalogarlas. La libertad de sodomizarse no debe estar reñida con la libertad de sentir repugnancia por la sodomía. ¿O no? ¿O qué liberalismo defiendes tú? A ver, que no me he enterado bien.

3) Por último, y pare resumir: este post no era sobre los homosexuales; no... este post era (es) sobre un colectivo de colectivos sexualo-marxistoides completamente intolerantes con la derecha mediática. Colectivos sexuales politizados, que no toleran que los demás rechacemos sus conductas, por muy libres que sean para llevarlas a cabo: parades, orgullos-gay days, manifas anticatólicas, vestirse con plumas, el día del travesti mulato, etc. Ellos son los intolerantes. Ellos son los totalitarios. Ellos son los que han arremetido contra quienes no comulgan con su indecencia. Porque, para mí, estos socialistas no-hetero son indecentes. Son libres de hacer lo que quieran, pero son indecentes. El liberalismo es dejar que hagan lo que quieran, pero también admitir las críticas de los demás, incluidas las
mías.


A lo que respondo:

Hola, Smith.

1) Exageras. Buscando en Google "homosexualidad site:batiburrillo.redliberal.com" me salen 39 resultados. De ellos, hay un comentario mío exactamente en uno, y no va de homosexualidad. Y no llevo cuenta de las veces que comento aquí, aunque creo que son pocas; pero sí guardé la referencia a esta (porque daba datos de algún interés), que tampoco va del asunto sino de abortos en Rusia.

2) Por supuesto que no te pido que te retractes de nada; pero el pasaje que cité me parece lamentablemente desafortunado.

Me explicaré más. Pienso que ese "nauseabunda" aplicado la intimidad sobra, estorba y aun escandaliza (en el sentido etimológico y en el corriente) no porque te niegue la facultad de sentir náuseas, que de ninguna manera te la niego, sino porque no corresponde al género "comentario político liberal". Con las náuseas sobre las intimidades ajenas puede hacerse política, claro es, pero será, por decirlo suavemente, harto difícil que salga liberal. Vamos, que la materia prima es de las más indicadas para que salga lo contrario. Por tanto su mención distrae del asunto, luego detrae del conjunto.

Tomemos, en cambio, la frase en cuestión sin el (persevero) infausto adjetivo: "actividades sexuales -que, por mucha repugnancia que despierten entre muchísima gente decente, han de ser respetadas si las practican en su intimidad-". Esto, aunque lo considere de redacción mejorable (objetaría yo al decente, aunque con menos intensidad que al nauseabunda), es un claro signo de liberalismo. Es más, de liberalismo meritorio, pues poco mérito tiene permitir lo que le agrada a uno.

Sospecho, pues, que el liberalismo que defiendo yo se parece al que defiendes tú como poco en que no entra a gobernar los gustos y disgustos particulares, empresa arrogante y mal aconsejada.

3) De acuerdo con que tienes perfecto derecho a rechazar las conductas que te parezcan rechazables.


Y, como veo que no se admiten ya comentarios en esa entrada de Batiburrillo (lo que, tal vez extrañamente, me extraña), aprovecho y lo publico aquí, que ya iba siendo año de publicar algo.