29 abril 2007

Columbine: lo que dijo Charlton Heston, lo que reflejó Michael Moore

Ya que Bowling for Columbine cabalga de nuevo, aprovecho para desempolvar una traducción que hice hace años del famoso discurso de Charlton Heston a la Asociación Nacional del Rifle (NRA), para compararlo con su "resumen" en la película de Michael Moore.

Pero recordemos un poco los antecedentes. El 20 de abril de 1999 dos estudiantes mataron a tiros a 13 personas e hirieron a otras 24 en el Instituto Columbine (cerca de Littleton y Denver, Colorado) antes de suicidarse. El 4 de mayo se celebró en Denver, como estaba previsto desde al menos meses antes, la asamblea anual de la NRA, entre protestas por semejante osadía. Su presidente, Charlton Heston, se dirigió así a los socios:

Gracias. Muchas gracias. Buenos días. Me alegra mucho daros la bienvenida a esta reunión anual abreviada de la Asociación Nacional del Rifle. Buenos días. Gracias a todos por venir, y gracias por apoyar a vuestra organización.

Quiero también aplaudir vuestro valor al venir hoy aquí. Por supuesto, tenéis derecho a estar aquí. Como sabéis, hemos cancelado las festividades, la camaradería de que normalmente disfrutamos en nuestras reuniones anuales. Esta decisión ha dejado perplejos a algunos y ha supuesto un inconveniente para millares. Como vuestro presidente, os pido disculpas. Pero es adecuado y decente que hagamos esto. Porque los miembros de la NRA somos, sobre todo, americanos. Esto significa que, cualesquiera que sean nuestras diferencias, nos respetamos mutuamente y permanecemos unidos, especialmente en la adversidad.

Tengo un mensaje del alcalde, el señor Wellington Webb, el alcalde de Denver. Me envió esto, y dijo 'No vengan aquí. No les queremos aquí'. Le dije al alcalde, bien, mi respuesta al alcalde es: yo me presenté voluntario para la guerra a la que querían que fuese cuando tenía dieciocho años. Desde entonces he hecho algunos recadillos para mi país, desde Nigeria a Vietnam. Sé que muchos de los que estáis en esta sala podríais decir lo mismo. Pero el alcalde dijo que no viniéramos.

Lamento eso. También lamento los anuncios en los periódicos que dicen lo mismo, que no vengamos. Este es nuestro país, como americanos somos libres de viajar a donde queramos en nuestra ancha tierra.

Dicen que crearemos distracción en los medios, pero nos han precedido aqui cientos de equipos de noticias. Dicen que crearemos distracción política, pero no es la NRA la que estado presionando en busca de ventaja política, convocando conferencias de prensa para proponer grandes paquetes de nueva legislación.

Aún dicen que no vengamos. Supongo que lo que más me entristece es que eso sugiere complicidad. Implica que vosotros y yo y ochenta millones de honrados poseedores de armas somos de algún modo culpables, que no nos importa; nos importa tanto como a ellos; o que no merecemos estar tan conmovidos y horrorizados como cualquier otra alma en América, doliéndonos por la gente de Littleton.

Que no vengamos. Es ofensivo. También es absurdo, porque vivimos aquí. Hay millares de miembros de la NRA en Denver, y decenas y decenas de millares en el estado de Colorado.

Miembros de la NRA trabajan en las fábricas de Denver, pueblan las facultades de Denver, gestionan las corporaciones de Denver, juegan en los equipos deportivos de Colorado, trabajan en los medios de comunicación a lo largo de Cross Range, son padres y profesores y entrenadores de los niños de Denver, acuden a las iglesias de Denver y representan orgullosamente a Denver en uniforme en los océanos del mundo y en los cielos de Kosovo en este mismo instante.

Hay miembros de la NRA en el Ayuntamiento, Fort Carson, el NORAD, la Academia de la Fuerza Aérea y el Centro de Entrenamiento Olímpico. Y sí, seguramente hay miembros de la NRA entre los héroes de los equipos de policía, bomberos y SWAT que arriesgaron sus vidas para rescatar a los estudiantes de Columbine.

¿Que no vengamos? Ya estamos aquí. Esta comunidad es nuestro hogar. Toda comunidad de América es nuestro hogar. Somos una organización de ciento veintiocho años de edad del tronco de América. La ética de la Segunda Enmienda, de posesión legal y responsable de armas, abarca la más amplia sección transversal imaginable de la vida americana.

Así pues, tenemos el mismo derecho que todos los demás ciudadanos a estar aquí. A ayudar a soportar la aflicción, y compartir nuestro dolor, y ofrecer nuestra respetuosa y firme voz al discurso nacional que ha brotado alrededor de esta tragedia.

Una cosa más. Nuestras palabras y nuestra conducta aquí serán esta mañana más escrutadas que nunca. Los que nos son hostiles acecharán a la espera de arrebatar unas palabras fuera de contexto, buscando siempre un momento embarazoso para ridiculizarnos. Por tanto, seamos cuidadosos. Los ojos de la nación están hoy sobre nosotros.


Según la transcripción de David Hardy (en Truth about Bowling for Columbine), en la película esto se convierte en la siguiente secuencia:

Niños llorando junto al Instituto Columbine;

Corte a Charlton Heston, que sostiene un mosquete y proclama: "sólo tengo cinco palabras para vosotros: 'de mis frías manos muertas'";

Corte a un cartel que anuncia la reunión, mientras Moore entona: "Sólo diez días después de los asesinatos de Columbine, a pesar de los ruegos de una comunidad en duelo, Charlton Heston vino a Denver a celebrar una gran reunión pro-armas para la Asociación Nacional del Rifle";

Corte a Heston, que (supuestamente) continúa su discurso: "Tengo un mensaje del alcalde, el señor Wellington Webb, el alcalde de Denver. Me envió esto, y dijo 'No vengan aquí. No les queremos aquí'. Le dije al alcalde este es nuestro país, como americanos somos libres de viajar a donde queramos en nuestra ancha tierra. ¿Que no vengamos? Ya estamos aquí."


Vaya, ¿de dónde ha salido lo de las frías manos muertas? Pues de un discurso de Heston un año más tarde en Carolina del Norte. ¡Ups! Supongo que, como había pasado ya otro par de años cuando Moore hizo la película, le fallaría la memoria con estos pequeños e insignificantes detalles de si Fulano dijo lo que digo que dijo cuando, donde y a quien digo que lo dijo.

Lo que sigue nos muestra que a Moore tampoco le importa mucho si Fulano dijo lo que Moore dice que dijo, punto. El "cortecillo" justo después de le dije al alcalde no está mal, ni el de todo lo que venía antes de ya estamos aquí. Así, ajustando un poco el montaje, puede sin duda mostrarse al Papa diciendo: "las puertas del infierno prevalecerán". No sé por qué se molestó Heston en su último párrafo; la capacidad de Moore y similares de sacar palabras fuera de su contexto y ponerlas en otro más propicio para ellos es difícilmente resistible.

(Para un repaso más amplio de Bowling for Columbine, véase el artículo de José Carlos Rodríguez en Liberalismo.org).

20 abril 2007

Armas de fuego y asesinatos en masa

Mary White llama mi atención sobre una entrada del miércoles en el blog Classically Liberal. Y tan digna de atención me parece que la traduzco entera:


Cuando los asesinos en masa encuentran resistencia armada

Ocurrió en una universidad en Virginia. Un estudiante resentido, un inmigrante, sacó un arma y empezó una ensalada de tiros. Pero no fue en la Politécnica de Virginia. Fue en la Facultad de Derecho Apalachiana, en Grundy, no muy lejos. Puede llegarse fácilmente de una facultad a otra, simplemente tomando la carretera 460 a través de Tazewell.

El 16 de enero de 2002 Peter Odighizuwa fue al campus. Le habían suspendido. Odighizuwa estaba furioso, blandía una pistola y gritaba a los estudiantes: "venid a por mí". Los estudiantes, al ver el arma, huyeron. Casi inmediatamente empezó a disparar. En segundos, Odighizuwa había matado al decano de la Facultad, a un profesor y a una estudiante. Otros tres estudiantes estaban también heridos, uno en el pecho, uno en el vientre y otro en la garganta.

Muchos estudiantes oyeron los disparos. Dos de ellos fueron Mikael Gross y Tracy Bridges. Mikael estaba fuera de la Facultad, pues acababa de volver del almuerzo cuando oyó los disparos. Tracy estaba dentro, en clase. Ambos corrieron inmediatamente a sus vehículos. Ambos tenían en él bajo llave una pistola.

Bridges, que tenía una pistola de calibre .357 Magnum, dijo más tarde que estaba dispuesto a tirar a matar si era necesario. Él y Gross se acercaron a la vez a Odighizuwa desde diferentes direcciones, ambos apuntándole con sus armas. Bridges gritó a Odighizuwa que soltara el arma. Cuando Odighizuwa se dio cuenta de que le tenían encañonado dejó caer su pistola. Un tercer estudiante, desarmado, Ted Besen, se acercó al asesino y fue atacado físicamente.

Pero ahora Odighizuwa estaba desarmado. Los tres estudiantes pudieron reducirle y retenerlo hasta que llegó la Policía. Odighizuwa está ahora en la cárcel por los asesinatos que cometió. Su ensalada de tiros acabó cuando se enfrentó a dos estudiantes armados. Ese día no hubo más víctimas, gracias a la resistencia armada.

Pero no es fácil que hayáis oído acerca de esto. ¿Os preguntáis por qué? Los medios de comunicación, aunque informaron ampliamente sobre el ataque, omitieron el hecho de que Bridges y Gross estaban armados. La mayor parte simplemente informó que otros estudiantes saltaron sobre el pistolero, reduciéndolo. No se mencionó que dos de ellos estaban armados.

James Eaves-Johnson escribió sobre esto una semana más tarde en el Diario de Iowa: "Una búsqueda en Lexus-Nexis produjo 88 historias sobre el asunto, de las cuales sólo dos mencionaban que Bridges o Gross estaban armados." Este artículo de 2002 señalaba que "Fue un tiroteo muy público con mucha cobertura por parte de los medios". Pero los medios omitieron la información que mostraba cómo dos estudiantes con armas de fuego acabaron con el tiroteo.

Mencionó también un segundo incidente. Y, aunque yo había leído muchos artículos sobre este otro tiroteo para un artículo que escribí sobre maltratos en las escuelas, ninguno mencionaba el papel que tuvo un arma de fuego en ponerle fin. Hasta hoy no conocía la historia completa.

Luke Woodham era un adolescente con problemas. Sentía que nadie le quería de verdad. En 1997 asesinó a su madre y se puso una gabardina. Llenó los bolsillos de munición, tomó una pistola y fue al Instituro Superior Pearl, en Pearl, Mississippi. En rápida sucesión mató a dos estudiantes e hirió a otros siete.

Lo tenía planeado. Empezaría disparando a estudiantes y seguiría hasta oir a lo lejos las sirenas de la Policía. Eso le daría tiempo para llegar a su coche y dejar el campus. De allí iría al cercano Instituto Medio Pearl y empezaría a disparar de nuevo. El final no estaba claro. Tal vez se suicidaría, o tal vez la Policía acabase por darle alcance y matarle. De cualquier manera, mucha más gente iba a morir.

Lo que el plan de Woodham no había tenido en cuenta fueron los actos del subdirector Joel Myrick. Myrick oyó los disparos. No podía tener una pistola en el Instituto. Pero tenía una guardada bajo llave en su vehículo, en el aparcamiento. Corrió afuera y tomó el arma.

Mientras Myrick volvía al Instituto, Woodham estaba en su vehículo, dirigiéndose a su siguiente objetivo. Myrick apuntó su arma. Al ver la pistola, el adolescente estrelló su coche. Myrick se acercó al coche y encañonó al asesino, que se rindió inmediatamente. No hubo más víctimas ese día, gracias a la resistencia armada.

Así que no lo sabíais. Yo tampoco, hasta hoy. Eaves-Johnson escribió que hubo "687 artículos sobre el tiroteo en el instituto en Pearl, Mississippi. De ellos, sólo 19 mencionaban que" Myrick había usado un arma para detener a Woodham "cuatro minutos y medio antes de que llegase la policía".

Probablemente, mucha gente ha olvidado el tiroteo de Edinboro, Pennsylvania. Fue en un baile de graduación en el que Andrew Wurst entró para desahogar su ira contra el instituto. Primero, afuera, disparó al profesor John Gillette. Empezó a disparar al azar en el restaurante, donde se habían reunido 240 estudiantes.

Fue el propietario del restaurante, James Strand, armado con una escopeta, quien capturó al tirador y lo retuvo para la policía. No hubo más víctimas ese día, gracias a la resistencia armada.

El 12 de febrero de este año un joven entró en la galería comercial de la Plaza Trolley, en Salt Lake City. La galería se había declarado a sí misma una "zona libre de armas de fuego", prohibiendo llevarlas a sus clientes. A ese joven no le preocupaba. De hecho, le gustó saber que sus víctimas no podrían defenderse.

Abrió fuego aun antes de entrar, matando a sus primeras víctimas justo afuera de la puerta principal. Al entrar en el vestíbulo de la galería iba disparando en todas direcciones. Hirió a varias personas más en una tienda de tarjetas nada más entrar en la galería. Siguió hacia la tienda Pottery Barn Kids.

Lo que no sabía es que un cliente, Kenneth Hammond, había hecho caso omiso de los carteles que informaban a los clientes de que no se podía entrar armado. Era un policía pero no estaba de servicio, y no era un policía de Salt Lake City. Según todas las reglas era un civil ese día y probablemente debería haber dejado el arma en su vehículo.

Fue bueno que no lo hiciera. Estaba cenando en la galería con su esposa cuando oyó los disparos. Le dijo que se escondiese y llamase a Emergencias. Él fue a enfrentarse al asesino, que se encontró bajo fuego mucho antes de lo que esperaba. De aquí en adelante todos sus esfuerzos fueron para protegerse de Hammond; no tuvo tiempo para matar a nadie más. Hammond pudo mantener fijo al tirador hasta que por fin llegaron los policías, uno de los cuales mató al hombre. No hubo más víctimas ese día, gracias a la resistencia armada.

En cada uno de estos casos el asesino es interrumpido en el momento en que se enfrenta a resistencia armada. Está claro que en tres de estos casos el tirador tenía la intención de continuar su ensalada de tiros. En el cuarto caso, Andrew Wurst, no es evidente si pretendía seguir disparando o no, pues fue aprehendido por el propietario del restaurante cuando salía de él.

En tres de estos casos hubo resistencia armada por parte de estudiantes, profesores o civiles. En un caso, por un policía fuera de servicio que no tenía autoridad legal en ese lugar y que llevaba su arma contra la política de "armas no" de la galería comercial.

¿Qué habría ocurrido si esta gente hubiese esperado a la policía? En tres casos los tiradores fueron aprehendidos por civiles armados antes de la llegada de la policía. En la Plaza Trolley, Hammond mantuvo al tirador ocupado hasta entonces. En los cuatro casos la policía local llegó con cierto retraso.

Considerad los horribles sucesos de la Politécnica de Virginia. De nuevo un hombre armado entra en una "zona libre de armas". Mata a dos víctimas y se va mucho antes de que llegue la policía. Pasa dos horas en el campus, haciendo no se sabe qué. Entra entonces en otro edificio del campus y empieza a disparar. En todo este tiempo no ha encontrado a ningún policía. Y todos los estudiantes y profesores presentes habían, al parecer, respetado la política de "armas no" de la universidad. De modo que nadie le detuvo. ¡NADIE LE DETUVO! Y cuando acabó su ensalada de tiros había 32 personas muertas. Fue el tirador el que acabó la ensalada. Se quitó la vida y cuando llegó la policía lo único que le quedaba por hacer era ocuparse de los muertos.

Hubo muchas más víctimas ese día. El tirador no encontró resistencia armada.

16 abril 2007

Mary goes diva!

Aquí. Que escribas mucho más que yo, Mary :-)