09 octubre 2009

Obama no es tan modesto como...

XXVI. Libre ya de recelos, condújose al principio con gran moderación, y vivió con tanta sencillez como un particular.

De todas las distinciones que le ofrecieron, aceptó muy pocas y las menos brillantes. Habiendo coincidido el aniversario de su nacimiento con los juegos plebeyos del Circo, consintió con dificultad que se agregase en honor suyo, a las ceremonias acostumbradas, un carro con dos caballos. Se opuso a que le consagrasen templos, sacerdotes, flamines, e incluso a que le erigiesen estatuas sin su consentimiento expreso; impuso además la condición de que no habían de erigirlas entre las de los dioses, sino puestas sencillamente como adorno. Prohibió jurar obediencia a sus actos y dar al mes de septiembre el nombre de Tiberio, y al de octubre el de Livio; rehusó asimismo el título de emperador y el dictado de Padre de la Patria, así como la corona cívica con que querían adornar el vestíbulo de su palacio. Ni siquiera usó el nombre de Augusto, que le correspondía por herencia, a no ser en las cartas a los príncipes y soberanos. [*]

Obama no es tan modesto (no, si acepta el honor no me vale que diga que no se lo merece) como Tiberio aunque éste le aventajaba en tener, ya a su acceso al principado, una amplia experiencia militar y administrativa (y en ser hijo —si bien adoptivo— de un dios). Eso sí, tal vez podría competir con Domiciano en cazar moscas:

III. Al comienzo de su reinado se encerraba solo todos los días durante horas enteras para cazar moscas, a las que enristraba con un punzón muy agudo. Semejante costumbre dio motivo a un chiste de Vibio Crispo, el cual, preguntado un día si había alguien con el emperador: No, contestó, ni una mosca. [*]


Y, por supuesto, el Parlamento noruego de 2009, a diferencia del de 1970 1975 o 1935, como poco iguala en obsecuencia al Senado romano de entonces. Y con menos motivo.

Eso sí, puede apreciarse una cierta coherencia con épocas más recientes. En su discurso de aceptación al recibir el Nobel de la Paz (algo prematuro, hay que confesar) por contribuir a que la República Islámica de Irán consiga armas nucleares, Obama debería rememorar al otro (ex-)presidente vivo de los Estados Unidos con un Premio Nobel de la Paz, Jimmy Carter, que tuvo parte no insignificante en el establecimiento de la dicha República Islámica, así como, más tarde, en que Corea del Norte consiguiese sus propias armas nucleares.

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[*] Cayo Suetonio, Los doce césares (traducción de Jaime Arnal); Sarpe, 1985.