31 julio 2005

El conservadurismo como herejía

Tirando hace poco del hilo de un hostil comentario de Iorov en La Hora de Todos di en un texto de John J. Ray (nota irrelevante: los varones heterosexuales que haya entre mis lectores no perderán nada si bajan una pantalla o dos) que me parece interesante para la perpetua conversación sobre las relaciones entre conservadurismo, radicalismo y liberalismo, conversación en la que la intervención más reciente es esta entrada de AMDG en Desde el Exilio.

El texto en cuestión es ¿Qué es el conservadurismo?, la introducción de Ray al libro de 1974 El conservadurismo como herejía, editado por él. Ray se confiesa conservador burkeano y, como Edmund Burke, piensa que el hombre es imperfectible. Leámoslo (nota relevante: Ray, que es australiano, usa liberal con 'l' minúscula como lo que probablemente llamaríamos en España progre, pero lo he dejado tal cual en la traducción que sigue):

... el origen del término "conservador" en la vida política británica fue tan injurioso como cualquier otra cosa; era un término algo despectivo aplicado a personas con un cierto conjunto de creencias. Ocurría simplemente que ese cierto conjunto de creencias se correspondía bastante aproximadamente con lo lo que ya se consideraba práctica aceptada en esa época. Yo afirmaría, sin embargo, que la defensa del "statu quo" no es el elemento básico de lo que llamamos una actitud conservadora. De hecho, puede haber circunstancias en las que un conservador favorezca el cambio. Un enérgico conservador, por ejemplo, propondría permitir competidores privados para la Oficina de Correos. [...]

A partir de mi propia investigación de las actitudes de la gente, he llegado a la conclusión burkeana de que un conservador es, sobre todo, alguien que tiene una visión cínica o encallecida de la humanidad [...]. Sin condenar ni dejar de apreciar al hombre, cree que el hombre es predominantemente egoísta y que no se puede confiar en que haga siempre el bien. Esto es lo que hace al conservador ciertamente cauteloso acerca del cambio social, y esto a su vez es lo que ha dado origen a la opinión de que el conservadurismo es meramente oposición al cambio. Por contraste, nuestro considerado radical, o liberal con "l" minúscula, cree que el hombre es inherentemente bueno y que esta bondad asegurará que, no importa lo que se haga con buenas intenciones, al final se obtendrán los efectos buscados. [...]

Su característica orientación hacia el hombre deja al conservador vulnerable ante la acusación de ser "misantrópico" o incluso paranoide, y no hay escasez de informes de investigaciones que afirman haber demostrado que los conservadores tienen esas características. Tales investigaciones, sin embargo, tienen como fundamental punto débil la suposición más bien falsa de que ser cauteloso con el hombre es tenerle aversión. El que podría amarse a la humanidad a pesar de sus defectos no parece estar en el ámbito de lo que nuestros rígidos y moralistas izquierdistas son capaces de considerar posible. El único modo en que ellos mismos parecen capaces de amar al hombre es idealizarlo. Para hacerlo usan incluso tales patológicos recursos freudianos como la negación (esto es, negarse a ver o reconocer la humanidad de lo que no es ideal en el hombre). Esto se resume en una frase popular: "yo amo a la humanidad... a quien no soporto es a la gente".

Como queda implícito arriba, los conservadores se ven a sí mismos como realistas y a los radicales como, al menos temporalmente, autoengañados. [...]

Como realistas, los conservadores se oponen a todas las clases de romanticismo político; al reaccionario tanto como al radical, al extremismo de derechas tanto como al extremismo de izquierdas. Así como los conservadores (por ejemplo Churchill) se opusieron al romántico intento de Hitler de retornar a los antiguos valores y modos de vida germánicos, igualmente se oponen al romanticismo reaccionario de los que el duque de Edimburgo llama 'la brigada de los Párenlo Todo', la versión extremista del movimiento 'ecologista' moderno. Desde el panfleto de Edmund Burke sobre el asunto en 1756, los conservadores han desconfiado siempre de estos ciclos recurrentes de los movimientos de "retorno a la naturaleza", de los que los hippies parecen ser una variedad. Esta desconfianza surge de la creencia de que los entusiastas han caído víctimas de la ilusión de intentar 'guardar su pastel y comérselo' (esto es, oculta o incluso abiertamente quieren las ventajas de la civilización sin estar dispuestos a aceptar sus necesarias desventajas concomitantes).

[...]

...la que, en mi opinión, es la diferencia esencial entre el conservador y el radical. El radical está mucho más dirigido por sus emociones inmediatas. No puede soportar la idea del sufrimiento humano por ninguna razón, sea cual sea. Sin embargo esta es una posición necesariamente inconsistente. Aún no he oído a un radical que no admita que la guerra contra Hitler fue algo bueno. Era una cuestión de supervivencia. Si no hubiéramos combatido a Hitler no habría radicales, y habría ciertamente enorme sufrimiento. La respuesta es simplemente que puede ser necesario sufrimiento para evitar ulterior sufrimiento. El conservador puede aceptar y tratar esta posibilidad. El radical preferiría evitar la elección y arriesgarse a echar a perder el futuro a cambio de dar un descanso a sus pequeñas y crispadas emociones.

Y esta, parece ser, es la razón por la que, a diferencia de los obreros, tantos intelectuales y universitarios son radicales. Viviendo en sus torres de marfil, han quedado aislados de la brutalidad de la vida diaria y no se han hecho a la idea de la necesidad e inevitabilidad del sufrimiento. Ellos se las arreglan para evitar la mayor parte; ¿por qué no debería hacerlo todo el mundo?

[...] Tras tres o más años de adoctrinamiento, no es maravilla que la gente que ha pasado por la Universidad piense que las únicas opiniones intelectualmente defendibles son las radicales. La gente con influencia, pues, adquiere de sus profesores una ortodoxia que acaba transmitiendo a la comunidad en conjunto. Los niveles de educación crecientes significan que más gente se ve expuesta a esta ortodoxia radical, o liberal con 'l' minúscula, y esto a su vez explica la constante liberalización de nuestra cultura con los años. El conservadurismo es una herejía porque el radicalismo es la ortodoxia.

[...]

... Lo que hace funcionar a la persona que llamamos conservador no es la oposición al cambio, sino el que es emocionalmente capaz de reconocer y tratar con la destructividad y agresividad de la naturaleza humana.

Para el radical, la destructividad y la agresividad son lo más difícil de aceptar. Son las cosas que le causan mayor incomodidad. Simplemente no puede tratar con ellas. ¿Que hace, pues, cuando se ver forzado a enfrentarlas? Por increíble que pueda parecer, de una u otra manera simplemente niega que la destructividad y la agresividad existan. Intenta engañarse, declara que la gente es fundamentalmente agradable, considerada, y que cualquier desviación de esto es meramente un error o malentendido que puede remediarse mediante la educación. De los criminales violentos el radical dice: 'Habría que reeducarlos, no encarcelarlos'. La fe en que un hombre que simplemente disfruta 'machacando la cara a la gente' puede curarse mediante educación es realmente infantil. La educación podría ayudar al criminal a aprender más sobre las caras de las personas, pero no evitará que disfrute 'machacándolas'.

A veces, sin embargo, esta evasión es simplemente insostenible. A veces el redical debe contemplar cara a cara la agresión. ¿Qué hace entonces? Sólo hay un modo de que pueda mantener su ilusión sobre la básica 'agradabilidad' humana. Simplemente niega que el agresor sea realmente humano. Le trata como a una no-persona y corta toda comunicación con él. Para usar un término psicológico, el radical 'abandona el campo'. Así se trata a Hitler. Se usan para describirlo palabras como 'monstruo', como si fuera un extraño accidente genético que en realidad no pertenece a la humanidad tal como la conocemos. Y sin embargo lo que hizo Hitler está claramente en todos nosotros. Sesenta millones de alemanes cumplieron sus órdenes y una gran proporción lo hizo voluntariamente, sin necesidad de coerción. Los escritores antinazis de preguerra como Roberts admiten que Hitler era de lejos el hombre más popular de Alemania. Si alguno está inclinado a decir 'pero nosotros no somos como los alemanes', que vaya y escuche a la muchedumbre en un encuentro profesional de boxeo, lucha o fútbol. Puede ser una manera inofensiva de liberar la agresión, pero la agresión está ahí. [...]

El esfuerzo del radical, su necesidad de ignorar tan desagradables realidades no puede, por supuesto, ser adaptativa. [...] Tomemos a los pacifistas que reinaron supremos en Gran Bretaña después de la I Guerra Mundial, que a causa de su propio horror ante lo que había ocurrido se persuadieron a sí mismos de que jamás volvería a haber una guerra. En consecuencia, cuando las tropas de Hitler entraron en Renania en violación del tratado de Versalles los pacifistas encontraron excusas para él. Se negaron a creer que actuaba con malevolencia. Conservadores como Churchill, por supuesto, quisieron parar los pies a Hitler allí y entonces, antes de que tuviera ocasión de construir su máquina de guerra. Sin embargo los pacifistas vencieron y al cabo todo el mundo hubo de pagar el precio de esa locura: la II Guerra Mundial. Si el mundo no hubiera cerrado sus ojos ante lo que estaba haciendo Hitler, podrían haberle detenido antes de que fuera demasiado tarde.

Así como el conservador Churchill fue el más efectivo y constante oponente del nazismo de Hitler, los conservadores en general son los oponentes más efectivos del totalitarismo en general. Son los únicos que ideológicamente pueden permitirse reconocer y tratar con el mal, con la intención opresiva de tales regímenes. Por contraste, la política radical es la política del avestruz.

En el hombre, pues, hay bastante mal, y algo de sufrimiento humano será siempre necesario si se ha de evitar ulterior sufrimiento. Es ciertamente triste que tales creencias sean heréticas. Yo creo que son verdades innegables que ignoramos a nuestro propio riesgo.

ADDENDA POST-PUBLICACIÓN

Puede preguntarse si mi afirmación más arriba de que el realismo —particularmente acerca de la naturaleza humana— es básico para el conservadurismo es consistente con mi afirmación en otra parte en el sentido de que el respeto por el individuo y el amor por la libertad personal son básicos para el conservadurismo. ¿Cuál de los dos es realmente básico? ¿El realismo o el amor por la libertad? La respuesta sencilla, por supuesto, es que ambos están íntimamente relacionados. Si uno es cínico acerca de las buenas intenciones y la sabiduría de otros, querrá que el individuo esté tan libre de las atenciones de otros como sea posible. Una respuesta más precisa, sin embargo, es que el realismo y su consecuente cinismo es el motivo y la defensa de la libertad el resultado. Por decirlo de otro modo, la libertad es lo que los conservadores defienden y el cinismo realista es su motivo para defenderla. O, de otro modo aún, la libertad es básica en la política conservadora y el realismo es básico en la psicología conservadora.


Estos conservadores de Ray, caracterizados por su realismo y por su amor a la libertad, se parecen poco a los conservadores definidos más bien como reaccionarios de Fernando R. Genovés y mucho a los liberales como yo los entiendo.

24 julio 2005

Irán, ese paraíso gay (e infantil, y femenino, y...)

He sabido por GayPatriot (vía Barcepundit) de dos muestras recientes de la, eh, profunda simpatía que nos tienen los islamistas: las amenazas de muerte a activistas gays en Gran Bretaña y el ahorcamiento en Irán "por homosexualidad", tras 14 meses de encarcelamiento y 228 azotes, de dos jóvenes, uno de ellos de 18 años de edad y el otro menor (en español).

La segunda noticia resulta algo más complicada que lo que parece. Al parecer la fuente original en farsi (enlazada y parcialmente traducida al inglés en Seyd) habla de actos de homosexualidad forzados, consumo de alcohol, disturbios y robo. El Times informaba que se les ahorcó por la violación a punta de cuchillo de un muchacho de 13 años.

Para intentar aclararse sobre lo ocurrido, Eric Scheie (Classical Values) pidió ayuda a la activista iraní (en el exilio) Banafsheh Zand-Bonazzi. Esta fue su respuesta (vía The White Peril):
La historia no cambia... la información que dieron primero los mulás es una cosa y luego activistas fuera de Irán se enteraron de que había algo más que el que se hubiese ahorcado a esos chicos por robo. ADEMÁS, tenga en cuenta que no eran gays en el sentido en el que la gente en Occidente pensaría "gays", porque en nuestra parte del mundo la gente tiene relaciones sexuales con varones y mujeres y en esa parte del mundo es común que los varones duerman con varones y con mujeres... pero para nosotros, es todo sexualidad, y sexualidad en sí misma, para los mulás no es aceptable. [...]

Estos dos pobres chicos tuvieron relaciones sexuales entre sí pero no es de eso de lo que se les acusó oficialmente, y esto es un hecho. La auténtica razón por la que los ejecutaron, en el fondo, fue porque los mulás a menudo hacen un escarmiento en jóvenes indóciles y parece que estos dos habían sido también violados y sodomizados por un mulá local al que querían denunciar públicamente. Como las dos chicas inocentes de 16 y 19 años que ejecutaron los pasados octubre y diciembre... Atefeh Rajabi y Leila Mo'aafi... Dijeron que eran putas pero resultó que habían sido acosadas por mulás locales y cuando intentaron denunciarlos públicamente, las ejecutaron.

Espero que esto lo explique. No puedo explicar más que esto porque si no se es de esa parte del mundo NUNCA se entenderán las cimas de la mentalidad islamo-fascista. Su psicosis es algo que ni siquiera HITLER pudo imaginar y sin embargo no importa lo que los disidentes intentemos explicar a los occidentales... La gente se niega a creer lo que contamos... simplemente porque su parte del mundo no es antigua (o se deshizo del arcaísmo hace muchas lunas) y sus valores son completamente diferentes Y contrapuestos a lo que esa gente de allí hace, dice y piensa.

Lo de que un mulá abusara de ellos en secreto no me resulta nada difícil de creer, especialmente después de ver esta foto tomada en un acto público:



Un segundo mensaje de la señora Zand-Bonazzi no es menos interesante que el primero:
...Toda esa región, excepto una minoría, quiere crecer y progresar. PERO el problema es que cuando nosotros (me considero parte de ese creciente número) estábamos gritándolo por todo el mundo... después de que viniera Jomeini y se hiciera con nosotros... NADIE... NADIE en Occidente quiso escucharnos. No era su problema y cuando les dijimos que se CONVERTIRÍA en su problema porque con el advenimiento del jomeinismo lo que estaba progresando en en las regiones circundantes no sólo se detuvo en seco, sino que empezó a retroceder con todo éxito, todo el camino de vuelta a la Edad Media. Occidente es enormemente responsable y en mi opinión no tanto los Estados Unidos (aunque los Estados Unidos se las han arreglado para estropear bien unas cuantas cosas), EUROPA... esos plutócratas europeos son los que tienen la culpa y aunque odio la idea de las muertes de esas personas inocentes (también hubo iraníes entre los muertos en el autobús el 7-J en Londres), lo siento pero creo que el gobierno británico se lo buscó, pero NO por apoyar la guerra en Irak sino por NO dejar de hacer negocios con islamistas CORRUPTOS como los mulás en todos estos años. Estaban avisados de que los islamofascistas no tienen buenas intenciones para con NADIE en Occidente... pero a los eurobastardos les gusta actuar como si sólo estuvieran los Estados Unidos e Israel.

Debería oir alguno de los sermones de los viernes de alguno de esos mulás que hablan de "bombas lloviendo del cielo sobre desvergonzadas playas nudistas en Europa" y "los gays..." no creería usted algunas de las cosas que salen de sus bocas. De verdad intentamos contar todo lo que podemos pero aún no hay bastante interés. Es triste que TODAVÍA nadie preste suficiente atención.


Yendo de blog en blog en pos de esta noticia me encuentro en Ghost of a Flea con algo que le había leído hace tiempo a José María en un comentario en HispaLibertas, pero que no estará mal recordar ahora:
De acuerdo con un decreto religioso, las condenadas vírgenes deben ser violadas antes de su ejecución, "para que no vayan al Paraíso". Por tanto, la noche antes de la ejecución un guardia viola a la condenada. Después de la ejecución, el juez religioso de la prisión extiende un certificado de matrimonio y lo envía a la familia de la víctima junto con una caja de dulces."
Pero no les llamemos bárbaros: al parecer las violan con anestesia. Al menos en el caso que cuentan inmediatamente después.


Y ¿qué opinan de estas cosas ciertos musulmanes occidentalizados, modernos y progresistas? Pongamos el doctor Ashraf Choudhary, miembro laborista del Parlamento neozelandés (vía Ghost of a Flea):
Durante el programa, que examinaba el fundamentalismo islámico en Nueva Zelanda, se preguntó al doctor Choudhary: "¿Está usted diciendo que el Corán se equivoca al recomendar que en ciertas circunstancias se lapide a los gays hasta que mueran?" Respondió: "No, no. Ciertamente lo que dice el Corán es correcto". Entonces cualificó parcialmente la declaración: "En esas sociedades, no aquí en Nueva Zelanda", dijo.

[...]

El doctor Choudhary emitió más tarde un breve comunicado que decía que él personalmente aborrecía la práctica de la lapidación.

"He sido un devoto musulmán toda mi vida y me atengo a las enseñanzas del Corán", dijo. "Pero como creencia personal, aborrezco la lapidación y me opongo enérgicamente a la violencia".
¿Y qué está antes para un devoto musulmán? ¿Sus creencias personales o las que cree que son las enseñanzas del Corán?
[El doctor Choudhary] apoyó la Ley de Uniones Civiles, diciendo que a pesar del punto de vista musulmán prevalente de que la homosexualidad es inmoral, los musulmanes, como grupo minoritario en Nueva Zelanda, tenían el deber de apoyar los derechos humanos de otros grupos minoritarios.
Ahora, si llegaran a ser mayoritarios... ¿quién sabe?
El ministro de Conservación Chris Carter, homosexual, defendió al doctor Choudhary, con quien dijo que había colaborado estrechamente durante muchos años.

"Es una persona que defendió la ley de Uniones Civiles, es una persona que apoya mucho a las minorías en este país u pienso que es un muy buen neozelandés y ciertamente mis relacinoes con la comunidad musulmana han sido siempre muy positivas."

Sin embargo, dijo que le preguntaría sobre sus puntos de vista.


Me pregunto también qué dirán de esto en los campamentos internacionales revolucionarios anticapitalistas en sus actividades sobre la opresión de las mujeres y de las minorías sexuales (gracias, Fernando). A ver su programa para el día 27, dedicado a Mujer y LGTB:
· Foro:
La opresión de las mujeres y LGBT: un enemigo, el capital
La opresión de las mujeres y la autoorganitzación del movimento feminista
Las mujeres en las luchas obreras
El movimento LGBT y su relación con el movimento antiglobalización

· Talleres mujer:
El movimento autónomo de las mujeres
El derecho al control del cuerpo
Mujeres jóvenes y precariedad
Angela Davis ‘mujer, raza y clase’
La legislación alemana sobre la prostitución
Técnicas de poder
Mainstreaming como herramienta política

· Talleres LGTB:
Homofobia y racismo: divide y vencerás
El SIDA en África: la responsabilidad de los países imperialistas
El asilo político y la cuestión LGBT
La relación entre la teoria queer y el feminismo
La cuestión queer desde una perspectiva internacional
La identidad sexual: el travestismo como cuestión política
El matrimonio homosexual

· Formación:
La opresión de las mujeres

Como no sea si acaso en El asilo político y la cuestión LGBT, va a ser que no dicen nada. O tal vez incluso lo contrario.

20 julio 2005

Dos caminos

Uno de mis objetivos al poner un blogroll corto fue que fuera legible; pero ni aun así consigo leerlo regularmente, y no vi hasta el domingo pasado esta entrada del día 11 en el Belmont Club: Two Points of View. Wretchard reflexiona sobre la asimetría de la firmeza entre las partes en este conflicto:
...es interesante considerar por qué nuestra guerra contra el terror parece críticamente dependiente del foco estratégico del liderazgo nacional, mientras que los terroristas nunca parecen estar en peligro de desistir, aun cuando estén divididos. Apenas pasa una semana sin que los medios informen de alguna confrontación entre facciones de terroristas en Irak. Pero nadie se pregunta si los desmoralizados yihadistas dejarán de atacar a Occidente como resultado. [...]

[...]

[...]La Yihad, después de todo, no parece [...] vulnerable a las vacilaciones de sus líderes. Aun si Osama ben Laden fuera arrestado hoy o se convirtiera al Cristianismo evangélico, sería improbable que la Yihad se extinguiese. Ben Laden no puede "liquidar" su causa en el mismo sentido en el que el primer ministro Zapatero pudo. La diferencia obvia es que los países occidentales se gobiernan constitucionalmente. Sus fuerzas armadas, agencias civiles, incluso el conjunto de sus ciudadanos siguen, estén de acuerdo con ellas o no, las órdenes legales de sus líderes. Y, si sus líderes legales dijeran "deponed las armas", las depondrían. El terrorista islámico no está constreñido por parecidos límites.


Wretchard encuentra alguna luz sobre la implacabilidad del extremismo islámico contra Occidente en un artículo de Lee Harris en Tech Central Station, War in Pieces: The Blood Feud. Para ellos, dice Harris, no es una guerra, sino una "pendencia hereditaria":

Inmediatamente después del 11-S, el consenso general era que estábamos en guerra. Y sin embargo esta evocación del concepto de guerra me desazonaba, porque no acababa de encajar. Las guerras eran algo que los occidentales hacían. Se reñían por razones económicas o por expansión territorial; eran instrumentos de la política; tenían un propósito y un objetivo. Se sabía cuándo empezaban y se sabía cuándo habían acabado. [...] cuando escribí La ideología fantástica de al-Qaeda argumenté que la guerra no era el modelo adecuado para entender al enemigo al que nos enfrentábamos [...]

En la pendencia hereditaria la orientación no es hacia el futuro, como en la guerra, sino hacia el pasado. En la pendencia uno se venga de su enemigo por algo que éste hizo en el pasado. Al-Qaeda justificó el ataque a Nueva York y Washington como venganza contra los Estados Unidos por haber profanado el sagrado suelo de Arabia Saudí con su presencia militar en la Primera Guerra del Golfo. En el ataque a Londres, se estaba castigando a los ingleses por su intervención en Irak y Afganistán.

En la pendencia hereditaria, a diferencia de la guerra, no tiene ningún interés poner al enemigo de rodillas. No se busca que el enemigo se rinda; simplemente interesa matar a algunos de los suyos en venganza de pasadas injurias, reales o imaginarias; y tampoco importa lo más mínimo si las personas que uno mata hoy fueron las culpables de las injurias pasadas que afirma estar vengando. En una pendencia hereditaria, todo miembro de la tribu enemiga es un blanco perfectamente válido para la venganza. Lo que importa es que hay que matar a algunos de ellos; y no necesariamente personas de alguna importancia en su comunidad. Simplemente mátese a alguien del otro lado, y ya se ha hecho lo que ordena la lógica de la pendencia hereditaria.

En la pendencia hereditaria no existe el concepto de victoria decisiva porque no hay ningún deseo de acabar la pendencia hereditaria. La pendencia hereditaria, más bien, funciona como una institución "ética" permanente; es el modo de vivir para quienes participan en ella; es la manera en que llevan la puntuación y mantienen sus propios derechos y privilegios. No se participa en ella para vencer, sino para evitar que venza el enemigo; y por eso el antropólogo de la pendencia hereditaria entre los beduinos, Emrys Peters, escribió estas inquietantes palabras: "La pendencia es eterna".


Observa Wretchard que esta actitud puede estar apareciendo también en Occidente:

Los ciudadanos occidentales están aún centrados en los "grandes asuntos", pero la pérdida personal y la ira están haciendo la guerra menos abstracta. Quieren encontrar a personas concretas que les atacaron en ocasiones específicas para hacer caer sobre ellas un castigo individual. Para muchos la guerra ya no es un trabajo que hacer; es algo personal.

Un camino a la victoria, el camino feo, es igualar la entropía de las sociedades islámicas con una correspondiente entropía en Occidente. El creciente resentimiento contra los inmigrantes islámicos en Europa y la voluntad en aumento en Occidente de ver al Islam e incluso a los musulmanes como el enemigo, son todos signos tempranos de la transformación de la guerra en una pendencia hereditaria. Uno de los temas constantes del Belmont Club es que este desarrollo es indeseable porque, en el límite, resultará en la destrucción de la sociedad islámica y hará de todos nosotros unos asesinos. El camino alternativo escogido por el presidente Bush, pero que los políticos corrientes persiguen sólo con escasa convicción, es reducir la entropía en el mundo islámico haciendo a esos países funcionales, modernos y libres de manera que el concepto de "pendencia hereditaria" llegue a ser tan anacrónico en Riad como lo es en Cleveland. [...]

[...]

[...] Pero si los últimos cuatro años de combates muestran algo, es que es posible que el mundo musulmán se eleve sobre la "pendencia hereditaria". La CNN describe cómo unos aldeanos afganos dieron refugio a un SEAL de la Armada que había conseguido evadir a los talibanes:

[...]
Un aldeano afgano encontró al SEAL [herido] y le ocultó en su aldea, dijo el oficial. De acuerdo con informes militares, combatientes talibanes llegaron al pueblo y pidieron que se les entregara al americano, pero los aldeanos rehusaron. El SEAL escribió una nota que establecía su identidad y posición, y un aldeano la entregó a tropas americanas [...] El comando fue rescatado el 3 de julio.


Uno se pregunta si la izquierda occidental hubiera arriesgado tanto para proteger al SEAL como hicieron estos musulmanes de unas míseras montañas. Los que no, probablemente alegarían que "no tenemos ningún derecho a convertir a los musulmanes en Gunga Dins"; ningún derecho a perturbar el museo etnográfico que encuentran tan curioso, tan atractivo y tan antiimperialista. Mientras tanto, seguirán explotando bombas en Londres y la pendencia hereditaria crecerá como un huevo de serpiente en nuestro seno.


No lo he traducido todo; aún queda lectura en el Belmont Club y en TCS.